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Vestida con un traje achanelado, Ángel Llácer protagoniza 'La jaula de las locas', un canto a la libertad, en el Arriaga. / maika alguero

Solo una hora antes del estreno de 'La jaula de las locas', un canto a la libertad individual y colectiva, Llácer, desatado y travestido, con un aire a «señora de Bilbao de toda la vida», parece una ametralladora respondiendo. No se crean todo lo que dice. Miente habitualmente a los periodistas.

- Su cara me suena, Ángel.

- ¿Por qué me habla de usted?

- Porque me enseñaron así.

- Bueno, pues no pasa nada. Pero el usted es como de viejos.

- ¿Dónde le habré visto?

- En muchos sitios. Depende dónde vaya usted.

- Ja, ja. No lo necesito, pero me gusta que me escuchen. Aunque voy perdiendo carisma y cada vez me escuchan menos.

- ¿Entró alguna vez a algún armario?

- Nunca. Solo he subrayado en una ocasión lo que soy para decir 'yo soy actor'. Es la única vez que he tenido que subir la voz o decir bien claro qué es lo que era.

- ¿Nadie le dice cómo tiene que ser?

- La sociedad lo intenta, pero yo vivo al margen.

- ¿Le gusta todo lo que va en contra de lo convencional?

- No, me gustan las cosas buenas, sean convencionales o no.

- Esgrime la actriz Jessica Chastain que ya no quiere trabajar con más idiotas. ¿A usted le han caído muchos?

- No lo hago a propósito, pero tengo un filtro natural para desmarcarme de los idiotas y que no me lleguen demasiado. Igual me pasa con la gente interesada, que tampoco me llega.

- ¿Es competente hasta que se demuestre lo contrario?

- Sí. De hecho, cada vez soy más inocente y más competente.

- Estudiante del Liceo Francés de Barcelona, ¿era el típico niño pijo?

- ¡Lo sigo siendo! Ja, ja.

- ¿Nunca dudó de su solvencia?

- Nunca sabes cuándo puedes perder la autoestima, ¿eh?, y la confianza en ti mismo. Puedes ser muy fuerte, ser muy capaz, tener muchos estudios e incluso haber vivido cosas que te han proporcionado mucha seguridad, tanto personal como profesional, pero nunca sabes que en un momento dado puedes llegar a perder toda la confianza en ti.

- Por llegar a lo más alto, ¿está dispuesto a lo que sea?

- No tengo que llegar a ninguna parte. Siempre digo que de mayor quiero ser bailarina, aunque dudo que llegue.

- No me lo parece, pero ¿por qué cree que está envejeciendo tan mal?

- Porque me comparo con los demás.

- ¿Con quiénes, por ejemplo?

- Con los más jóvenes. Ja, ja, ja.

- Suena cómico, pero ¿cómo se le ocurrió tener sexo en un lavabo con el novio de una recién casada el mismo día del enlace?

- Lo dije para provocar... ¡a mi madre! Creo que es la única persona que lee mis entrevistas y siempre espero su llamada.

- Lo hice a propósito para escandalizarla y picarla. Hago tantas entrevistas que me invento 50.000 cosas. Es como jugar con la vida.

- O sea, que no lo hicieron en ningún lavabo.

- ¿Por incomodidad o por falta de higiene?

- Porque no se dio el caso.

- ¿Se ha quedado alguna vez con las ganas?

- ¿De follar en un baño?

- No, de hacerlo en una boda.

- Bah, ya se me ha pasado la edad. No soy muy morboso.

- ¿Es de arrebatar las parejas a los demás?

- No, no. También te digo que soy un alma libre y que nadie es de nadie, ¿sabe? Nunca pensaría que soy de alguien o que alguien es mío. No.

- Domina el musical, ¿qué comedia se podría hacer con usted?

- Si he aprendido algo en la vida es a dirigir comedias. Soy el reloj suizo de la comedia.

- En 'La jaula de las locas' es director y actor. ¿Se lo come todo?

- Cuando dice me lo como todo, ¿qué quiere decir realmente?

- Que si le puede el afán de protagonismo.

- No. 'Déjame, que ya lo hago yo, más deprisa y fácil', es una expresión muy de señora y madre que encaja en mi idea de dirigir y actuar. Y vestida así me veo de señora de Bilbao de toda la vida.

- ¿Para qué más cosas es señora?

- Jurado de 'Tu cara me suena', ¿es justo?

- Con la audiencia, sí. De hecho, llevo 11 años.

Han pasado 20 años desde la primera edición de Operación Triunfo, que catapultó a Llácer a la fama. El antiguo profesor no cambia. Es griterío puro.

- Sólo grito cuando me pagan; y cuanto más grito, más me pagan.

- ¿Enseñaban bien en aquella academia?

- Lo mejor que podíamos.

- ¿Quiénes eran más listos, los alumnos o los profesores?

- El más listo siempre he sido yo.

- ¿Valían más los docentes o los estudiantes?

- Depende de la edición.

- Profesionalmente, ¿con quién se queda entre Bisbal, Bustamante y Rosa?

- Con los tres. No tendría ningún sentido el uno sin el otro.

- Aparte del nombre del programa, ¿qué más se ha tatuado en su cuerpo?

- Nunca me he tatuado nada

- Lo confesó en otra entrevista. ¿Miente siempre?

- No, el problema es que la gente se cree todo. ¿Por qué os pasa lo mismo a los periodistas?

- Absolutamente. No os creáis nada hasta conocer a las personas. La impresión que se va a llevar de mí no va a ser por el contenido de esta entrevista, sino por el rato que hemos coincidido en el tiempo, en el espacio.